
Diciembre suele ser un mes lleno de balances, listas de logros, revisiones y pendientes por tachar. Pero hay algo que no siempre se menciona y que también merece espacio: lo que decidiste dejar atrás.
No todo lo que sueltas es una pérdida. Muchas veces es una forma de crecer.
Cerrar ciclos no es debilidad. Es una forma madura de reconocer que algo cumplió su propósito, que ya no suma, que es momento de hacer espacio. En lugar de solo enfocarte en lo que hiciste, tómate un momento para valorar lo que decidiste no seguir cargando.
¿Qué dejaste atrás este año?
Tal vez:
- Una forma de trabajar que te drenaba.
- Proyectos rentables pero sin sentido.
- Vínculos que no te hacían bien.
- La necesidad de validación externa.
- Expectativas irreales que tú misma te habías impuesto.
Dejar algo con conciencia también es una forma de avanzar. Y eso merece ser honrado.
No se trata de “empezar de cero” cada año. Se trata de revisar desde dónde vas a seguir construyendo.
- ¿Qué version tuya estás dejando atrás?
- ¿Qué aprendiste de lo que soltaste?
- ¿Qué espacio abriste para lo nuevo?
Responder estas preguntas no solo te da claridad. Te da paz.
Ritual simple para cerrar el año
- Haz una lista de todo lo que no quieres repetir en 2026.
- Agradece, incluso si fue doloroso. Todo lo que soltaste te enseñó algo.
- Elige una sola palabra para definir tu enfoque del nuevo año.
- Escríbela en grande, donde puedas verla cada día.
Este diciembre, no corras solo a planificar.
Detente a honrar lo que soltaste.
Porque lo que decides dejar también habla de quién estás eligiendo ser.



